El Empleado Perfecto: ¿Por qué usted no lo tiene?
En mi vida he tenido buenos y malos maestros, así como buenos y malos jefes. Los peores profesores son aquellos que saben mucho de su materia pero adolecen de la capacidad para enseñar y los peores patrones son los que son expertos en su área y saben mucho de su negocio pero no tienen la habilidad de dirigir a sus empleados.
En algunas de las asesorías que he impartido he escuchado una queja recurrente por parte de patrones y empresarios: “no hay buenos empleados, es difícil encontrar buenos trabajadores, no quieren colaborar”.
La cara les cambia cuando les platico la anécdota de los padres que llevaron a su hijo problema con el psicólogo y este los citó a ellos a consulta.
En una ocasión, el amigo del cuñado de mi primo me dio a leer un escrito que repartió a sus empleados el director de cierta empresa quien, en su intento de transmitir el mensaje de tener actitud positiva hacia el trabajo, meterle ganas y aprender el placer de trabajar, se hizo “harakiri patronal” ya que dicho escrito más bien parecía estar dirigido a los jefes.
La falta de liderazgo en las empresas es como la jaqueca; cuando uno la tiene nada puede hacer, aunque el resto del cuerpo esté completamente sano; cuando la cabeza está enferma, todo el cuerpo falla.
La responsabilidad de un jefe es desarrollar la habilidad de liderazgo que lleva al logro armónico de los objetivos de la empresa.
¿Quién les dice a los empleados cuál es el propósito de su existencia, quién los dirige, quién los motiva? ¡Lo hace el líder!
Todos los patrones quisieran tener empleados modelo pero esa clase de trabajador no funciona en un mal ambiente de trabajo. Es muy sencillo señor empresario, hombre o mujer de negocios, el mal patrón que quiere tener empleados ejemplares es como la mujer descuidada, inculta, amargada y grosera que quiere que un hombre guapo, inteligente, atlético y rico se enamore de ella.
Si usted insiste en producir un despertar de actitudes positivas en su gente mediante sermones, sin poner el ejemplo primero y sin desarrollar aptitudes de líder, perderá efectividad, gente y dinero. Y si un empleado suyo llega a tener la epifanía de ser un buen trabajador, de dar el ciento diez por ciento y sacrificar su ego por el bien de su negocio, se irá a otra empresa donde lo valoren.
Hay muchas historias, fábulas, y cadenas de correo electrónico que pretenden convencer a los individuos de ser excelentes empleados, pero muchas de ellas carecen de contexto, no nos mencionan cuál era la motivación del trabajador heroico del que hablan, cuál era su salario, si tenía esposa que atender o hijos que cuidar, si en realidad se quedaba trabajando hasta tarde porque su alternativa era llegar a una casa sola y oscura y morir de tristeza.
Si usted que lee tiene negocios o una posición gerencial y desea desarrollar una fuerza de trabajo efectiva, le sugiero que haga un examen cuidadoso y ponga en marcha un programa de mejora que empiece por cambiarlo o cambiarla a usted. Hágalo con los pies en la tierra y la mirada en el cielo. Hasta la próxima.
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