Dificultades para entender a la gente sin hablar.
En el libro «What Every Body is Saying», sobre lenguaje corporal, Joe Navarro dedica un capítulo a hacer una advertencia de que es muy difícil detectar el engaño, y que ha habido inocentes que van a la cárcel porque el oficial confunde estrés con mentira. Comenta que hay que saber hacer preguntas, identificar un conjunto de señales, y confirmar la hipótesis.
Como comenté en un artículo anteriormente, por sugerirle buscar ayuda psicológica a una persona que pensé que estaba deprimida fui reportado con mi jefe y la persona renunció.
Cuando le comenté a Martín Salazar, un psicólogo amigo mío, que en una empresa donde trabajé un director decía que por mi lenguaje corporal transmitía cosas que yo no pensaba, me dijo: «lo único que eso demuestra es que se puede ser ignorante sin importar el puesto que se tenga».
Hay muchas herramientas que usadas por un experto tienen un 50% de probabilidad de acertar, y que en manos de gente inexperta hacen más mal que bien. Algunos ejemplos son el test MBTI, la grafología, el análisis del lenguaje corporal y hasta el polígrafo o «detector de mentiras». Un estudio encontró que la mejor técnica del polígrafo identificaba 88% de las respuestas verdaderas y 2 de cada 3 mentiras, y mucha gente piensa que es infalible.
Con esto no quiero decir que nada de esto se utilice, sino que conviene tener un experto que nos ayude a aplicarlas correctamente. Hay psicólogos que se especializan en aplicación de pruebas, debido al alto nivel de subjetividad que conllevan.
Conclusión: a veces, tener poco conocimiento es más dañino que no tener ninguno, y hasta que se invente la telepatía, la mejor manera de conocer a la gente será ser un buen entrevistador.
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