La crisis del correo electrónico (segunda parte)

Mi amigo Armando Franco me expresó su opinión acerca de mi columna de la edición pasada. A su respuesta le siguieron otras tan relevantes que quise publicarlas.

Armando está un tanto en desacuerdo conmigo porque considera que a los que nos importa la ortografía somos una especie en extinción. Dice lo siguiente: “en una empresa, si los jefes tienen ortografía regular, no detectan los errores y por ende, a los subordinados no les importa. Puedo contar con los dedos de las manos a la gente que he conocido que escribe con ortografía casi impecable, entre cientos de personas con las que he tenido contacto laboral a lo largo de los años. Son pocos los que tienen más allá de una ortografía regular y aún menos la gente con buena redacción”.

Dice también Armando Franco, quien por cierto es mi socio en Auval, que “a la gente que no sabe escribir, ni le gusta ni sabe leer. Por eso por muy bien que uno escriba, nuestros mensajes pueden ser malentendidos por aquellos que carecen de la habilidad para interpretarlos, y – para ellos – resulta mucho más fácil entender un símbolo como 🙂 que aprender a descifrar signos ortográficos. Hay poder en los números y si la mayoría no tiene buena ortografía, seguramente es porque no les importa. Si la tendencia se mantiene, los smileys se convertirán en símbolos tan válidos como los signos de exclamación y admiración”.

Estoy de acuerdo con lo anterior, de hecho pienso que es más evolucionado un sistema de comunicación icónico; quizás los egipcios llegaron a sus jeroglíficos después de un proceso como el que nosotros apenas estamos comenzando.

Mi punto no es rescatar la letra escrita, eso no me corresponde, mi propuesta es que procuremos mejorar la comunicación y pensemos en ello. En una organización por ejemplo, ayuda mucho la estandarización en el lenguaje, tanto hablado como escrito.

Estas son las otras opiniones que algunos lectores amablemente me hicieron llegar:

Excelente, Octavio, totalmente de acuerdo. Es elemental escribir bien para que no existan malas interpretaciones. Además es muy agradable al oído y la vista leer un mensaje correctamente redactado.

Marco Nava (galgo_52@hotmail.com), Ensenada, B.C.

 

Es increíble como el Internet ha hecho que los niños y jóvenes se pierdan en este aspecto. Lo vivo con mi hija de 10 años y que todo quiere abreviar y escribir mal, aunque se topa con pared porque su mamá se molesta y la corrige. Yo se que cuando está un poco de tiempo en el Internet empieza a escribir como todos los cibernautas, ¡Que horror! Bueno, seguiré en mi lucha. Gracias porque me doy cuenta que no estoy tan equivocada.

Jurassi Barrera (barrera.jurassi@enseit.com), Ensenada, B.C.

 

MUY INTERESANTE TU COLUMNA OCTAVIO.  Perdón, tenía que ser con minúsculas, ¿Cómo sabías que soy gritona?

Karla Salinas (ksalinas66@hotmail.com), Mexicali, B.C.

 

Estaba leyendo tu artículo sobre la comunicación escrita y aunque estoy completamente de acuerdo con tu punto, creo que es un efecto imparable de evolución del lenguaje, como ha sucedido a lo largo de la historia.

Alfonso Tirado (a_tirado@industriasag.com), Tijuana, B.C.

 

Me gustó mucho este artículo. Yo soy de la idea de que en los correos electrónicos uno no puede expresar lo que hay en su corazón, y me ha tocado dar y recibir malas informaciones hasta el punto de perder una amistad. Es bueno crear conciencia sobre escribir correctamente.

Ma. Cecilia Cárdenas (cecyf413@hotmail.com), San Pedro Sula, Honduras.

 

Interesante compañero, pero creo que no necesariamente el poner caritas felices en correos manifiesta inseguridad en el estado de animo. A veces se ponen por alguna buena relación o comentario chusco que se llega a escribir, todo de acuerdo a como nos llevamos con las personas.

Cynthia Ruiz (cruizv@monterrey-newyorklife.com.mx), Tijuana, B.C.

 

Gracias por todos sus comentarios, hasta la próxima. Mientras tanto recuerde que en la comunicación, la diferencia entre un sueño y la realidad es la acción.

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Es socio de Auval. Egresado del CETYS, Asesor Financiero Patrimonial, New York Life, Consultor Asociado, Aras Consultores. Profesor Universitario.

1 comentario en «La crisis del correo electrónico (segunda parte)»

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