Lección aprendida

Hace tiempo les platiqué que por tomar la llamada de las personas que hablan dizque de «visa – mastercard» me habían embaucado con un seguro, que tuve que cancelar mi tarjeta y pasar un buen rato hablando con Bancomer para que cancelaran el seguro que yo no quería. Hasta les pedí que me mostraran la grabación donde yo había aceptado y me salieron con que son confidenciales.

En aquella ocasión nos quedamos con tres recomendaciones:
a) Nunca decir sí, porque ellos se aprovechan de eso. Decir «no» tres veces, y colgar (bueno, esta recomendación no la seguí al pie de la letra).
b) Registrar el número de teléfono en la CONDUSEF, para que los multen.
c) Pedir el número de teléfono del que están hablando, y llamar para verificar que son quien dicen ser.

Anoche apliqué estas reglas, cuando llamaron preguntando por mi esposa.

– ¿Me podría comunicar con la señorita Fulanita?
– No se encuentra, ¿quién le habla?
– Le hablamos del corporativo visa – mastercard.
– Ah, estamos registrados en la CONDUSEF para que no nos hablen para vendernos productos financieros.
– No le vamos a vender nada, al contrario, queremos ver si está bien todo.
– Si le marco al número que usted me indique, ¿me contestarán que es el corporativo visa-mastercard o que es otra compañía?
– Señor, este número es privado, para evitar anomalías como las que usted dice.
– ¿Cómo, no me puede dar un número para que me comunique con usted?
– Señor, el número es PRI-VA-DO.
– ¿Es privado para que yo no le pueda marcar a su trabajo a usted, como me marca usted a mí?

¡Y que me cuelga! ¡Qué grosera!

Aquí entre nos: prefiero mil veces que me cuelgue el teléfono en cinco minutos una embaucadora enojada, a platicar media hora con una embaucadora feliz que me transa con seguros que no quiero y nunca acepto. Pónganse buzos.